#YIMBYPREGUNTA

¿Qué ventajas aporta frente a la forma convencional de trabajar?

Desde mi punto de vista, el teletrabajo tiene importantes ventajas. Por destacar dos pondría sobre el tapete:

1) la conciliación con la vida familiar, con el cuidado y la convivencia de las personas que queremos y que nos necesitan y

2) el menor “ruido” derivado de las continuas interrupciones que rompen la planificación de tareas importantes y de calado frente a aparentes “urgencias”, lo cual permite una mayor concentración y productividad.

Claro que todo lo anterior deja de ser válido si no se dispone o crea un entorno y contexto de trabajo que permita que sea de esa manera y no que se escore hacia:

1) la imposibilidad de trabajar por una falta de organización familiar y

2) el aislamiento ensimismante que haga que desconectemos de la realidad.

Por otra parte, creo que la situación que estamos viviendo en la que muchas personas están teletrabajando hace que, paradójicamente, visualicemos que las personas están más accesibles (a un golpe de skype). Siento que la parte que veo más resentida con el teletrabajo es en la que necesita una mayor interacción física como el cierre de acuerdos, las negociaciones, los brainstorming… creo que ahí el calor humano es fundamental y, a pesar de la enorme evolución y socialización de las herramientas de telecomunicación, no es lo mismo.

¿Crees que la tendencia a apostar por lo “km0” de la que se habla, se va a extender a los diferentes sectores de actividad?

Creo que, más allá, o además, de cualquier posicionamiento ético o de compromiso con los más cercanos cultural o geográficamente, es lo más inteligente para muchas actividades de muchos sectores de actividad. Y, por eso mismo, creo que es una corriente que se consolidará y extenderá. Pero por otra parte, creo que también somos más conscientes que nunca de que hay otras aspectos de nuestra vida y de ciertas actividades en los que la esfera geográfica es la menos importante y que ciertas tareas o decisiones tienen o deben tener un enfoque global para ser efectivas y éticas (en el sentido ‘Kantiano” de universales).

Escuchaba estos días una entrevista a un eminente científico en la diáspora (en concreto en Nueva York desde hace más de 20 años) al que el entrevistador le decía: “Algo estamos haciendo mal para que tengas que estar allí y no aquí”, a lo que el científico le respondía algo así como: “En ciencia y en investigación da igual el ‘allí’ o el ‘aquí’. No se trata de una competición geográfica, sino a nivel de toda la humanidad”.

Creo que si algo puede cambiar a futuro es un ahondamiento en ese proceso dialéctico y perfectamente compatible entre lo local y lo global y la esfera de decisión local y la global, pensando siempre en el bien común y enfocándolo al ámbito más eficaz. Ojalá.

¿Cuál es el mayor reto al que os habéis enfrentado durante este periodo de confinamiento?

Internamente ha supuesto un cambio de chip total, primero a nivel mental, siendo conscientes de que éramos capaces de trasladar programas y servicios on line, y luego a nivel técnico, aprendiendo mil herramientas hasta dar con la más adecuada en un tiempo record. La celeridad en la toma de decisiones y gestión de la crisis nos ha permitido adaptarnos de forma eficaz a la actual situación, así como mantener un hilo de comunicación directo con jóvenes y empresas.